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La Vuelta al Toto

La muerte nos quedó en el medio ...

La primera vez que me pasó fue  hace dos años, cuando murió mi vieja. Le pasó a mi papá y a mi hermano de la misma manera. Y ahora se repite.

Es casi igual. Lo que tiene de universal también lo tiene de particular pienso. 

Desde hace casi cuatro meses recorro las mismas calles del barrio paseando a Toto, mi perro. Era algo que ya hacía antes del confinamiento, pero ahora pasó esto otro que decía, la muerte nos quedó en el medio. Suspendida pero no como flotando, más bien como si estuviera pendiente de un hilo. 

 Inmutable. 

Es como una tercera dimensión, en la que suceden siempre las mismas cosas que en el otro lado.  Se reproducen las injusticias, se agudizan. El pecho me duele, se me estruja. A veces no entiendo si estoy acá o allá. No entiendo si cuando vuelvo y me lavo las manos frenéticamente lo hago por el miedo al virus. 

Inflexión. 

Ahora sé la diferencia entre un LA sostenido y un SI bemol

Y también sé que Toto me pasea a mi. Me lo dijo mi amiga Cecilia ayer a las 00:09 por video llamada mientras escribía esto. 

Relajarme es casi una utopía.

Todo lo que veo se presenta como símbolo de mis miedos y deseos. Mis fotos me vehiculizan. Con ellas logro dar un  paso más en  mi propia mente y así construyo el marco de contención que necesito para atravesar este momento. 

Las fotografías  son mi almohadón que me permite no golpear de pecho contra el asfalto.  
 

Tamara Grinberg  /  2020

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